viernes, 4 de enero de 2013

Consciencia al volante

La cultura de la velocidad y la testosterona se imponen. Las carreteras están llenas de machitos que se saltan los límites impunemente ante la permisividad de los demás, sin tener la menor consideración por los derechos de los otros... La competitividad desmedida, la educación de los niños consentidos que tienen una moto antes de ganarse su primer sueldo, la escasez de conciencia, y de consciencia, la falta de ética y el exceso de egoísmo que nos hace creer sólo en nuestros derechos. Ese es el panorama de esta sociedad. Los conductores de coches sólo son una muestra de la misma. Todos los días, tanto al conducir mi coche como mi bicicleta, veo comportamientos deleznables, cuando no criminales, de inconscientes que tienen un volante entre sus manos sin darse cuenta de que su actitud puede causar la muerte de alguien.



Ayer fallecieron un ciclista profesional en Sudáfrica y un ciclista aficionado en Pontevedra, ambos debido a imprudencias de conductores de vehículos a motor. En el caso de Pontevedra, el causante fue un camión, en la salida de una autovía. Otro ciclista profesional, también ayer, fue rebasado temerariamente por un autobús en la provincia de Jaén, cerca de Martos (no mencionaré aquí su nombre). Según nos cuenta en Facebook, no pudo presentar la denuncia porque el cuartel de la Guardia Civil de Martos no disponía de "impresos" (una excusa un poco rara), a pesar de tener anotada la matrícula del vehículo e incluso haberlo localizado en la estación de autobuses. Muchos vehículos nos adelantan cuando vamos en bicicleta de forma muy peligrosa, sin darse cuenta del riesgo que provocan, y en ocasiones con actitudes de desprecio, mostrando ostensiblemente que los ciclistas les "molestamos" en las vías públicas.

Pero las actitudes irresponsables no sólo se ven cuando circulamos en bici. Es habitual que muchos me adelanten cuando me desplazo en coche por vías de servicio limitadas a 60 ú 80 km/h, o por carreteras secundarias limitadas a 90 km/h. Y es habitual que estos, al tiempo que me adelantan, me lancen miradas de desprecio porque, con mi "lentitud", los estoy molestando. Esto me ocurrió, sin ir más lejos, la semana pasada, en la carretera de Granada a Córdoba, donde me adelantó una furgoneta (aparentemente un conductor profesional) en un tramo en el que yo circulaba en coche a 100 km/h. En la misma carretera, un enorme camión estuvo circulando detrás de mí sin respetar la distancia de seguridad, "empujándome" para ir más deprisa, a pesar de que mi velocidad era la máxima para esa vía. Y cuando viajo por la autovía A6 de entrada a Madrid, es habitual que los autobuses de líneas interurbanas me hagan adelantamientos por encima de 100 km/h, que tengo entendido es su velocidad máxima. Una vez más, conductores profesionales.

En la carretera parece funcionar la ley de la selva. Los controles de velocidad, tan criticados por los que dicen que son exclusivamente "recaudatorios", me parecen claramente insuficientes. Y para colmo, hay empresas que se dedican a vender dispositivos "avisadores de radar" con mensajes que incitan a conducir a alta velocidad "sin sobresaltos". Es lo que se lleva en este país. Infringir las normas para ser más listos que nadie.