lunes, 25 de julio de 2011

El Reencuentro. Tres meses no es nada... ¿o sí?

Hoy me he reencontrado con el ciclismo. Los últimos tres meses han sido bastante negativos, con una tendinitis de Aquiles que se hacía eterna, y que finalmente me ha obligado a cambiar todos los planes de la temporada.

Comenzaba esta temporada 2011 allá por Noviembre (de 2010) con muchos proyectos, especialmente la vieja idea de convertirme en randonneur consumado. Preparé la bici y preparé mi mente para que así fuera. Mis experiencias en 2010 me iban a servir decisivamente, creía que la cosa era factible. Todo parecía funcionar bien, con mi participación en la primera brevet, de 200 kms, prácticamente todo el recorrido bajo la lluvia. Me inscribí en la Quebrantahuesos y empecé a mirar mi participación en los Lagos de Covadonga... finalmente ni una cosa ni la otra. Tras la lesión, mis salidas en bici desde Abril se han limitado a rutas cortas, de no más de 50 kilómetros y ningún puerto de entidad. He cogido un par de kilos más y mi nivel de forma ha bajado de forma preocupante.

En estas condiciones tuve que replantearme mis objetivos y decidí que una nueva temporada comenzaba para mí a finales de Julio. En estas últimas semanas he entrenado de forma suave, siempre mirando con lupa el comportamiento de mi tendón. Por fin parecía ir bien, aunque todavía a ratos siento algún leve pinchazo que me preocupa.

Hoy llegaba el momento de la verdad. Decidí hacer una ruta clásica saliendo de mi casa en Madrid para subir un par de puertos, Canencia y Morcuera, conectados a través del valle del Lozoya. 160 kilómetros en total. Siempre tenía la opción de volver a casa desde Canencia, pero si decidía bajar a la vertiente contraria, la suerte estaría echada, tendría que hacer la ruta completa. No estaba muy seguro de mis fuerzas. El año pasado tardaba aproximadamente 6 horas y media en hacer esa ruta, pero en mi estado actual no creía que fuera a tardar menos de 7. La cuestión estaba en madrugar bastante para intentar llegar a casa sobre las 14:30 h, y parar lo mínimo posible.

A la altura de Miraflores ya veía que andaba con el tiempo justo. Mi subida a Canencia fue mucho más lenta y tediosa que habitualmente. Paré en la fuente y valoré las dos opciones, volver a casa o dejarme caer hacia el norte, para cerrar el círculo completo.

Finalmente la carretera dictó sentencia. Decidí seguir la ruta prevista. Tal como empezaba a sospechar, al final tardé más de lo previsto y paré más veces de las previstas, pero se puede considerar que sólo terminar la ruta fue un éxito, dadas las circunstancias.

Este fue el resultado:



Y estos son los datos numéricos de la ruta, un promedio bajito, de 22,5 km/h, pero bueno, ahí está para seguir mejorando...